Arcano sin número, pero con nombre (a diferencia de la Muerte). Es la carta que abre y cierra un ciclo, pues con él se empieza el viaje y con él se termina. En el hatillo llevamos lo que somos, nuestras experiencias más todo lo que hemos aprendido en nuestro viaje anterior (si lo hubo). Una de las calzas cae mostrando parte de su trasero, probablemente como consecuencia del golpeteo del lince entre sus piernas. A pesar de todo el Loco continua su camino, sin importarle las advertencias de la criatura de que lanzarse alegremente a la aventura implica sus riesgos.
El Loco se mueve con una energía y un entusiasmo inusitados y como Sallie Nichols describe en su libro Jung y el Tarot:
....el modo espontáneo como el Loco se enfrenta a la vida combina a la vez sabiduría, locura e insensatez. Cuando se mezclan estos ingredientes en la cantidad adecuada sus resultados son milagrosos, pero si se mezcla la fórmula mal, todo puede acabar en un desastre. Entonces es cuando el Loco enloquece, cosa que tratándose de un loco no debe extrañarnos.
El regente astrológico de este arcano es Urano, el planeta de la sorpresas por excelencia. En mi experiencia, cuando este arcano sale bien aspectado (al derecho) y en la posición del resultado final, el factor sorpresa será el que lidere la respuesta. Por ejemplo, en el caso de una situación laboral estancada, si cerramos con el Loco, sabremos que el período de parón finaliza y nuevos acontecimientos esperan a la vuelta de la esquina. Si preguntamos por una aventura amorosa y cerramos con el Loco entonces sabremos que tendremos de todo menos estabilidad. Si la tirada hace alusión a como nos irá en los estudios y de nuevo sacamos el Loco, la distracción y la dispersión jugarán un papel fundamental pero también la curiosidad y las ganas de ir más allà.
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